sábado, 25 de marzo de 2006

Siempre despacio

Apenas había brisa.
El mar comenzaba a silbar
la canción que todos olvidan.
Yo me bajé de tus ojos,
dejando mis pies en ellos,
para bajarme en ti
subiéndome en tu cuerpo.
Apenas había prisas.
Contigo no sé de prisas.

El mar comenzó a desperezarse.
De repente, nos cubría.
Fuimos y venimos,
íbamos y veníamos
entre nosotros mismos.
Siempre despacio.
Apenas había prisas.
La prisa era un mundo mudo
que hablaba sin decir nada.
Solo sabía de nosotros
el singular de la playa.
Pusimos las manos sobre el tiempo,
los labios sobre el tiempo,
los ojos sobre el tiempo...
hasta que el tiempo se negó a sí mismo
y en nosotros se deshizo tacto,
se deshizo miradas...
Y anduvimos entre nosotros mismos
hasta la rendición del alba.


Verano de 2006, playa de Zahara.
Zahara, Zahara, Zahara...

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