Me gusta pensar
que estas tardes que se pliegan al otoño,
que ceden,
son las tardes que hicieron y harán
la primavera.
Lo prefiero de este modo.
Tú, quizás, no lo entiendas.
Pero tú, tú que tienes mis ojos,
como tantas y tantas cosas
que llegaron conmigo,
me entiendes
y sabes perfectamente
de esto que escribo.
Y, eso, eso me consuela.
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