sábado, 30 de septiembre de 2006

El bosque de las luciérnagas (y II)

Las luciérnagas no suelen aparecer de día,
aunque amen la luz,
porque son egoístas
y solo aman la suya y no otras.
Y no iluminan estas bocas
que comparten palabras, necesidad y carne.
Y, excepcionalmente,
solo amanecen en la tarde
si saben que ya se espereza la noche.
Pero, sabed que más allá de ellas,
hay una luciérnaga sin nombre
(porque no hay palabra que pueda contenerla).
Hay una luciérnaga
que escapa de las letras
para regresar a ellas
y darles sentido.
Hay una luciérnaga valiente
que aparece de día,
aunque el día no haya amanecido.


A... a ti, sí a ti.

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