Hay días (como los vientres,
como las madres)
que traen la belleza
casi sin saberlo
(nunca les dijimos nada).
Hay días, por ejemplo,
que son mis manos
plenas de necesidades
buscándote en una barra,
que son tus labios
llamándome en silencio
con esas palabras que sólo tú tienes.
Hay días bellos.
Y hay otros en los que no llueve.
16 y 17 de octubre de 2006
Y llovía, y llovía... (27/01/06)
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