En la boca del muerto hallaron
un par de palabras pendientes.
No le avisaron sus padres,
ni sus maestros ni profesores,
ni en su círculo mínimo de amigos,
ni en la periferia de su mesa de trabajo,
ni en la panadería de a diario,
ni en atención al cliente…
de que la Muerte
solo sabe dictar el Tiempo,
de que la Muerte
no entiende
de matemáticas gramáticas,
de que la Muerte no cede
ni ante las palabras negadas
en su función
de auxiliar las alas
en el vivir.
Versos lojeños,
primavera de 2007
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