En mí,
donde me vomitan los espejos,
allí fueron colocados:
todos mis miedos, mis traumas,
mis lastres,
mis huecos más sórdidos,
mis hijos muertos,
mis anocheceres en mitad de la tarde,
mis abusos de mí mismo,
mis edades
bastardas…
Allí, donde me vomitara
la luz fatua de los espejos…
Y les hablé
desordenadamente,
devolviendo su verbo,
sin más mesura
que la que cabe en la desmesura,
atropellando el aire.
Y les hablé de ti.
Después callé,
abrí los ojos
y de ellos saliste.
No quedó nada.
Ni siquiera la memoria de su recuerdo.
Ni siquiera sus cenizas.
donde me vomitan los espejos,
allí fueron colocados:
todos mis miedos, mis traumas,
mis lastres,
mis huecos más sórdidos,
mis hijos muertos,
mis anocheceres en mitad de la tarde,
mis abusos de mí mismo,
mis edades
bastardas…
Allí, donde me vomitara
la luz fatua de los espejos…
Y les hablé
desordenadamente,
devolviendo su verbo,
sin más mesura
que la que cabe en la desmesura,
atropellando el aire.
Y les hablé de ti.
Después callé,
abrí los ojos
y de ellos saliste.
No quedó nada.
Ni siquiera la memoria de su recuerdo.
Ni siquiera sus cenizas.
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