Clara luz de albor, hoy.
Fue demasiada la distancia,
mares de días, tardes o noches.
Demasiada...
Nacieron lirios tardíos,
pétalos calmos,
casi amarillos,
en las palabras.
Fue demasiada la distancia.
Escribo sobre el ciprés
que ama
la labor callada
de tu nombre.
Antes mi boca
no daba agua
a la boca de las aves.
Nunca te dije nada.
Hablamos, tú en el sol,
yo en la luna,
sobre el maestro de la muerte
(¡qué bien hacía muertos!),
sobre el hacedor de aprendices
de la muerte
(¡qué bien deshacían vidas calladas!),
en el antónimo del alba.
Sé: fue demasiado tarde,
demasiada la distancia.
A mi abuelo Lolo, in memoriam.
Ufff,he llegado por caminos sinuosos hasta aquí,pero me gusta tu estación...sorpresas que da el caminar al azar.Precioso poema.Un saludo.
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