Me asombra su quietud
ante mis caprichos.
Cómo ensancha su pecho
cuando yo estrecho mi palabra
y se la arrojo.
Su mano siempre abierta
aliviando un alma
dolida por la (hoy más que nunca)
temporalidad de su cuerpo.
Y, aún más, que me quiera
sabiendo que, quizá, mañana
sea su naturaleza muerta.
ante mis caprichos.
Cómo ensancha su pecho
cuando yo estrecho mi palabra
y se la arrojo.
Su mano siempre abierta
aliviando un alma
dolida por la (hoy más que nunca)
temporalidad de su cuerpo.
Y, aún más, que me quiera
sabiendo que, quizá, mañana
sea su naturaleza muerta.
7 de julio y 30 de octubre de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario