Pues no,
no te bajé la luna,
mi vida.
Ni llevé ese empeño
a unas manos
cuyos dedos
no me cuestionan
decisión alguna.
No,
no te bajé la luna.
Pero no hay día,
mi vida,
en el que no ande descolgando
(aunque no lo necesites)
todo aquello que pueda,
que quiera hacerte daño,
descolgándolo de un cielo
que, a penas, se sostiene
y que tanto tiene
con lo que quebrarnos.
A Tere
No hay comentarios:
Publicar un comentario