domingo, 27 de julio de 2008

Al final de la boda

Se hizo de día.
Y con la luz
vimos los árboles.
Estábamos
en medio del bosque.
Entre los árboles
vimos los perfiles de aire
de quienes no conocíamos.

La luz nos trajo los árboles.
Y perfiles desconocidos.

Hicimos piedra de nuestros pies
y neonatos de nuestros ojos.
Dejamos la luna reposar
tras nuestros hombros:
la nueva luz, cobre y agua,
trajo edificios de plata
y perfiles de aire
de quienes no conocíamos.
Estábamos en la ciudad.

Nadie dijo nada.
La luz nos era propia.

1 comentario:

  1. ¡Hay que trabajar el poema!

    La luz nos era propia es un gran verso.
    Un gran verso.

    Un saludo.

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