Fue anoche.
Se hizo llamar Humphrey Bogart.
Y buscó mujeres marcadas
por el carmín
en sus alas.
Entró en un bar huyendo de la calle:
en la calle puede desaparecer cualquiera, se decía.
La lejanía de sí mismo siempre le fue imposible.
Por eso, anoche, se hizo llamar Humphrey Bogart
y calló.
Hay confesiones que confesarlas es morir un poco.
Hay confesiones que confesarlas es dejar de vivir
un poco.
Es por eso que a veces el silencio alivia.
Es por eso que a veces el silencio es verbo.
Desaparecer, lograr que su cuerpo no apareciera
y que los otros hablaran horrorizados del suicidio
siempre le pareció temerario.
Por eso, acudió a otro nombre
que aliviara el peso seco en su espalda.
Por eso anoche, se hizo llamar Humphrey Bogart.
Se abrazó a una mujer, tal vez Eva.
Fue la mujer primera
que no le dijo que era de fiar:
la gente de fiar nunca dice que es de fiar.
Por eso supo que ella sí lo era.
Y bebieron en aquel bar durante toda la noche.
Ella le llamaba Humphrey. Él, Eva.
Hay quien dijo que sólo perseguían el olvido.
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Mu guapo, cabesa... mu guapo...
ResponderEliminar"de haberlo sabido...." llevaría el vestido violeta y tacones negros para la ocasión...este es un lugar elegante y no se merece ser visitado de cualquier forma...
ResponderEliminartu poesía se deshace hoy en mis pupilas
y yo solo puedo ...
decirte
___________GraciaS___________