martes, 31 de marzo de 2009

Carta de amor para el 2050

Todo aquello ha sido un relámpago
que sólo besó mis ojos.
Ya se ha acomodado la incansable muerte
en cada estancia de lo que aun
es el ornato del hogar.
Ya hemos llegado al otro extremo
y sabemos que la nieve en la ciudad cae blanca,
pero aflora negra.
Ya nos sabemos prescindibles
y sabemos que hay otras personas
que llevan nuestro nombre.
Incluso, algunos de nuestros rasgos.
Apenas nos importa dormir con las puertas abiertas.
Esperamos pacientes,
sin más floritura que el discurrir diario.
Todo aquello ha sido un relámpago, sí.
Casi inapreciable en el momento.
Hoy todo es espera
y a casi nadie importa si procedemos desnudos.
Nuestras manos apenas abarcan.
Aunque aún hay un pequeño hueco,
casi mínimo,
donde acomodo y resiste la siguiente idea:
quiero que la muerte me halle
en la cuenca de tus ojos.


A Covi

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